martes, 20 de noviembre de 2012

MEMÓRIA GRÁFICA DE LA DÉCADA DE LOS AÑOS CINCUENTA DEL SIGLO XX


1959 - El yayo como puede apreciarse estaba "fondón", solo tenia 56 años, era un brazo de mar para acometer con todo, trabajo, familia y lo que conveniera, ya tenia cinco nietos, tres niños y dos niñas.
 
1959 - El yayo tenia 56 años


1959 - Miguelito en el verano
 
1959 - Jorgito en el verano
 
1959 - Miguelito leyendo un libro en casa
 
1959 - Jorgito en una sesión de lectura domestica
 
1958 - Miguelito y Jorgito en la tradicional foto en las escuelas nacionales de Ferreries en Tortosa
 



1958 - Jorgito con uniforme de marinero

 
1958 - Miguelito con el uniforme de marinero

 

1952 -Miguelito y Jorgito  en el verano con el mismo modelo de ropa
1951 - Jorgito en la plaza de Cataluña de Barcelona



  
1958 - Miguelito y Jorgito el dia de su Primera Comunión
 
1954 - Jorgito durante un banquete de boda

 
1954 - Miguelito en un banquete de boda

 
1953 - Miguelito y Jorgito el Domingo de Ramos en el parque Teodoro Gonzalez de Tortosa










 


martes, 13 de noviembre de 2012

SEGUIMOS CON LAS VIVENCIAS


1953, fue el año que nos abandono "la yaya velleta", Dª Amalia, se fue extinguiendo hasta su final inevitable, no tengo ningún registro de sus últimos momentos, la  recuerdo, eso si, acostada supuestamente impedida por la falta de animo suficiente para levantarse , es de suponer que nos evitarían vivir escenas o situaciones que pudiesen dejar algún tipo de impresión negativa en nuestras mentes.
 
Las circunstancias reinantes era de verdadera precariedad como en el noventa por ciento de las familias de la época, ahora con el paso de los años las califico mas bien con matizaciones de  pobreza en algunas de sus facetas, ropa remendada, casi toda la gente la usaba a  diario plagada de remiendos y zurcidos, eran evidentes porque casi nunca aquellos apedazados coincidían con el color original de la pieza remendada, los zapatos pasaban también por infinidad de remiendos que las hábiles manos de los zapateros-remendones,  en la época abundaban por doquier, me viene a la memoria el Sr. Juan, remendón instalado en la calle Botigues de la Sal, como decía, eran verdaderos artistas en dejar cualquier zapato en orden de servicio nuevamente.

La reposición y compra de comestibles era otra odisea, la cual tengo muy presente ya que en muchísimas ocasiones acompañé al yayo recorriendo las paradas y tiendas habituales, íbamos provistos de un gran cesto, o por lo menos a mi me lo parecía, en el mercado municipal la visita habitual por no decir obligatoria era en la parada de verduras de la Sra. Pepeta, su consuegra, se producía primero el intercambio de oferta del producto y   su precio, seguía el yayo con el obligado regateo tanteando equilibrar a su favor el mismo combinando la cantidad de la posible compra, si se podía, pasábamos por la parada de la carne, "les troselleres" vecinas del barrio del Rastre, me refiero a les "burreres", eran realmente lo que llamamos "casqueria", también empleaba el mismo sistema de compra, si había "alegria crematistica" en el bolsillo seguíamos la visita a la parada de "les marmaneus" Sras. Mercedes, Emilia y Cinteta" estas ya eran verdaderas carniceras, alguna vez, mas bien pocas, visitábamos la parada de carne de la "tía Pepa", hermana de la otra yaya Cinta, cuando las vituallas ya iban colmando el cesto, el yayo siempre decía "vámono pá casa Jorgito", en otras ocasiones íbamos de compra a la "botigueta de casa Roseta", regentada por ella y otra hermana, dos beatas que solo hablaban de asuntos místicos, una vez les llevamos un sobrecito con polvo procedente de Tierra Santa, según decían, nada más entregárselo lo abrió y exclamando "pols de Terra Santa en Gracia de Deu" y de un bocado se tragó todo el contenido del sobre, casa Barjau era la tienda del barrio  la cual era la típica tienda de "socorro", era visitada para efectuar las pequeñas compras de faltas puntuales combinada también con casa "Manolo lo Ros" taberna donde comprábamos, vino, bermout y los sifones, al horno de "Blasa" acudíamos para comprar el pan, muy cerca de la plaza casi al comienzo de la calle, tenia  su local el señor que manipulaba aceitunas para darles distintos sabores "Tosa" creo que era su apodo, la tiendecilla de "casa la Neria", donde se vendía agua natural a cantaros, chocolate de "pedra" que lo podíamos comprar a "onzas o medias onzas" eran dos cuadritos o cuatro cuadritos de aquel riquísimo chocolate duro que solíamos comer para la merienda acompañándolo con una buena "llesca" de pan de "pagés", el tipico "sabó moll", de fabricación casera una especie de grasa de color marrón, fabricada a base de sosa cáustica mezclada con aceites sobrantes del uso domestico, muy utilizado en la época ya que las ropas eran lavadas a mano y el producto era ideal para dejar con un acabado limpio de manchas  en las ropas y las blancas con un blanco deslumbrante, viene a cuento hablar de les "bugaderes" señoras que lavaban ropa manualmente por encargo, lo hacían en los lavaderos públicos, lugares habituales donde coincidían varias de ellas juntamente con otras señoras que lavaban sus propias ropas, recuerdo uno de estos lavaderos ubicado en la entrada del barranco del Rastre al pie mismo de las murallas del Bonete, la señora Carmen "la pistoles" era una de aquellas señoras que hacían este trabajo tan pesado físicamente, la recuerdo siempre cargada con cestos enormes uno en la cabeza y otro apoyado en la cadera,  llenos de ropa blanquísima doblada y planchada lista para entregar a su propietario,   guardo un inmenso cariño de ella y  de su hijo Paquito un poco mayor que yo, el cual siempre se ofrecía para cuidarme y llevarme con él en el cuadro de su bicicleta, magnificas personas madre e hijo, sigo, otra de las formas para ganarse miserablemente cuatro cuartos, consistía en acarrear cantaros de agua potable procedente de las fuentes publicas y repartirla por los pisos y viviendas de personas que tenían interés en evitar hacerlo personalmente, el reparto de carbón a domicilio era otro menester que se hacia, "Sigró" era  el habitual en este caso, era muy típico encontrarte al "arreglacosis" "paraigüero", sentado en el mismo bordillo de la calle, con sus exiguas y simples herramientas conseguía juntar las piezas rotas de "les olles, greles de zinc y ribells" para dejarlos casi perfectos, unos verdaderos artistas, no me olvido de los "limpiabotas" los itinerantes, los fijos y los internos, cada uno en su ubicación habitual, los "quincalleros" recogían todas las miserias que una sociedad empobrecida podía desechar, en verano el carrito de los helados, "aigua llimoná, cebada, los mantecados o "chambi" el "mantecauero" iba empujando su carga bajo un calor bochornoso, el barquillero cargado con su tonel en las espaldas iba pregonando su venta, el carrito del "cacauero" concretamente recuerdo el mas antiguo, el del Sr. Pepe, vecino del rastre y paisano de Xátiva era su propietario, en la tienda del Sr. Pepito el del "el Barato", el yayo nos compraba ropa, la anécdota para este caso la sitúo en el tiempo, fue agraciado con un premio de la lotería nacional, su alegría era demasiado, fuimos con mi hermano Miguelito y le pidió al sr. Pepito que nos vistiese completamente, hasta los cinturones de cuero, tengo fijado este detalle ya que en mí causó un verdadero impacto emocional, era la primera vez en mi corta vida que nos  sucedía aquello,  entrábamos vestidos con ropas usadas y salíamos  equipados, en la zapateria de casa Adam en la calle san Blás, allí trabajaba la tía Carmen, nos compró las sandalias que lo acabaron de completar, por ciento que aquel cinturón me duró años y años. 

sábado, 10 de noviembre de 2012

VIVENCIAS DE LOS AÑOS CINCUENTA

Vista desde la calle Ronda Doks, vemos el puente del ferrocarril, actualmente desmantelado, que atraviesa la entonces avda. del Generalisimo, a la izquierda de la foto está la gasolinera del "maño" con un coche repostando y mas al fondo la "mole" del edificio del mercado municipal.
 
      Siguiendo con la exteriorización de las reflexiones, conceptos y raciocinios sobre la vida transcurrida centrándola de momento en los  años de la decada de los años cincuenta del pasado siglo, vertiendolos por escrito en estas lineas, es prácticamente imposible encontrar motivos suficientes que justifiquen la falta de motivación y la nula  voluntad por vivir el dia a dia en compañia de los progenitores, desde la madurez actual aplico la misma para bucear en la memoria con la seria intención de encontrar detalles de aquella convivencia que ayuden en favor de alguna explicación racional del porqué o porqués, preferiamos sin cortaprisas "huir" de un lugar que no nos transmitia nada  para disfrutar en la "zona de confort", del cariño, amor y comprension, tres conceptos que puestos a la práctica encierran un todo,  obviamente ya quedan descritos los motivos que nos ofrecia el hogar de nuestro yayo, posiblemente el natural comportamiento infantil tiene esta impronta a veces dura para los adultos que la tienen que soportar en su contra, pero tampoco me vale, los adultos con toda la carga bien mesurada de su actitud para cuidar que esta situación no acontezca, tienen siempre a su favor la capacidad de reacción para que los niños puedan considerar o ir reconsiderando modificar sus apetencias, por otra parte nos encontramos con comportamientos volcados en complacer todo lo que normalmente es apreciado por mentalidades infantiles como las nuestras en la epoca, bien entendidas en su aplicación atendiendo a las carencias reinantes, explicitando que tampoco se trataba de "comprar" voluntades, simplemente ejerciendo con naturalidad los sentimientos, esa sencillez de la naturalidad es en definitiva lo que nosotros valorariamos, visto actualmente desde la distancia y con nuestra madurez, tambien llegamos a la conclusión de que "los arboles no dejaban entrever el bosque", en el sentido de que se practicaba cierta animadversión cargando las tintas en contra de "nuestra zona de confort" por la que nosotros teniamos verdadero delirio, con la intencion de justificar lo que para nuestras mentalidades era injustificable, hecho que infelizmente debo seguir ratificando.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Dnª AMALIA BLASCO ORTS - Mis recuerdos



Dñª Amalia BLASCO ORTS 
En la entrada anterior la he denominado "suegrastra" en realidad no voy desencaminado ya que era la "madastra" de la esposa de nuestro YAYO, Dñª Amalia (Malieta) como era mas conocida en su ciudad natal de XATIVA, fué la persona que crió aunque no la adoptó legalmente, a Dñª Rosa que con los años se casaria con el YAYO, fué una mujer de las que se denominan "con caracter", es una realidad palpable  la carencia de una amplia información sobre el personaje, para nosotros me refiero a mi hermano y a mi, fué la "yaya velleta", aunque la diferencia de edad entre nosotros no es mucha, si que es la suficiente para que  en mi memoria conserve recuerdos de ella, consigo memorizarla de estatura mas bien pequeña, quiero suponer que seria por su edad, ya que las dos unicas fotos que he podido conseguir en las que aparece mucho mas joven tampoco se la ve de reducida estatura, normalmente vestia de negro con faldillas y delantal hasta los tobillos, zapatillas negras, se abrigaba con una "toquilla" sobre los hombros y con un pañuelo anudado debajo de la barbilla, su hija mi abuela la cuidaba, pasaba bastante tiempo encamada, supongo que por sus achaques, cuando yo iba trasteando por la casa, siempre me llamaba, "Jorgitoooo, Jorgitoooo, vine así mante" cuando me acercava a la cama donde estaba acostada, me agarrava por el brazo y me espetaba  "as de portar mes colps que un burro - alficosdemarge", claro yo no sabia a que se referia, pero la advertencia se  quedó memorizada, el alficós es una planta silvestre que tiene como fruto una especie de pepino que en la zona de Castelló de la Plana y en casi todo el reino de valencia, se utiliza en las ensaladas, la planta suele crecer en los "margens"que son unos muretes de piedra seca que se construyen artificialmente para crear parcelas de tierra "bancales" destinados a plantar olivos y otros tipos de cultivos de secano, desconozco absolutamente la asociacion que se le ocurriria para aplicarme la palabreja de "alficós de marge", de todas manera tengo que declarar que conservo un cariñoso recuerdo de ella, soliamos ir juntos para hacer las visitas a la iglesia, cuando ibamos a casa de la Sra. Inés una amiga suya, a comprar a casa "La Neria", casa Barjau, o casa Roseta, siempre llevaba consigo una cajita metalica redonda donde guardava pequeñas monedas de cinco centimos, diciendo "té tres quincets per tú Jorgito" en realidad eran quince centimos, en 1953 una fortuna en manos de un niño, recuerdo su "capelleta" personal, era una cajita metalica con tapa para uso de bolsillo, en su interior al abrir la tapa tenia un cristalito  para proteger la figurita de niño Jesus yaciente encima de unos algodones,  tenia un enganche en su parte superior donde se pasaba un cordon para colgarla del cuello, el caso es que siempre que yo se la pedia, ella me la dejaba sin ningun problema, a mi aquello me parecia no se como definirlo, lo cierto es que lo veia maravilloso, preguntandome como habrian colocado allí dentro aquella figurita, las ultimas imagenes que tengo de ella, son de cuando le peinaban sus lazios y largos cabellos plateados y se los recogian en la parte de atrás formando un moño (moña en sentido coloquial) para acabar rematando el conjunto del peinado fijando con "zaragatona" producto natural que estaba compuesto por un liquido viscoso resultado de hervir unos granos de la planta del mismo nombre,  aquel liquido viscoso lo aplicaban sobre las ondas naturales del pelo ayudandose de un pincel, logrando de aquel modo que las ondas del pelo durasen todo el dia.
Aprovecho tambien para describir mis recuerdos sobre mi bisabuelo Pedro SANCHEZ, padre de nuestro YAYO, tengo que reconocer que solo es una imagen pero es inborrable, seguramente que casi diria que es de lo mas antiguo que he podido rescatar de mi memoria, viajó desde XATIVA donde vivia para asistir a la boda de su sobrina Paquita la segunda hija de nuestro yayo, calculo que seria a finales de 1952 o principios de 1953, le recuerdo entrajado en el piso del Rastre y me dió un abrazo y un beso, se reia mucho.




jueves, 8 de noviembre de 2012

EMPIEZA LA DECADA DE LOS CINCUENTA




Jorgito en el verano de 1.950
 


1.955 - Fachada del Banco de Tortosa

1.958 - Fachada de la sucursal del Banco de Aragón en la calle Cervantes

1.955 - Calle Cervantes (ensanche) edificio de Casa Brunet y la sucursal del extinto Banco Comercial de Barcelona, comprado posteriormente por el también extinto Banco Central.


1955 - Estación - Termino de los Ferrocarriles de Via Estrecha (F.E.V.E.)



1955- La calle del Vall, a la izquierda la zapatería "La Villa de Sitges", el edificio del Ayuntamiento y la entrada a la plaza del Rastre
1.950 - Invierno crudo y vida dura en la época
 

1950- Margen derecho del rio

1950 - El Ebro siempre con muy buen caudal acuifero
 
Ahora que han pasado muchos años, que el tiempo transcurrido ha ido modificando actitudes de todo tipo, inevitablemente tambien se ha llevado por delante a muchos de los protagonistas, yo mismo puedo experimentar la presencia en mi  animo  esa clarividencia que suelen aportar las  experiencias vividas por uno mismo, ellas estan transformando cada dia más esa forma diferente de analizar hechos, personas, casuisticas y toda la pléyade de acontecimientos, estoy centrado en el contenido de este blog que como decia anteriormente intenta representar un  infimo homenaje en memoria del protagonista del mismo y puedo garantizar  que soy plenamente consciente de que esta historia es una mas que forma parte de millones de muchas otras que se habrán escrito con toda seguridad con la tecnica refinada y exquisita de profesionales y erúditos,  verdaderos genios del arte de la palabra escrita, yo me considero el último de ellos, lo único que de alguna manera quiero hacer resaltar es la calidad humana en opinión consensuada entre mi hermano Miguel y yo, que tenemos de   nuestro "YAYO", respeto como es logico cualquier otra version , pero amigo mio tambien es  mi legal petición que se respete la nuestra, nosotros conocimos y disfrutamos del cariño de una persona que demostró una verdadera pasion por sus dos nietos y lo demostró con hechos y actitudes que avalan perfectamente nuestra  afirmación.
 
Su domicilio situado como ya he ido adelantando en la calle Topete del tortosino barrio del El Rastre, estaba concurrido permanentemente por muchas personas, su esposa, nuestra abuela, su "suegrastra" Dñª Amalia, tambien la llamavamos "la yaya velleta",  sus cuatro hijas que aun seguian solteras, aunque como minimo dos de ellas recibian la visita de sus novios y un par de sobrinas carnales que tenia a su cuidado y tambien la Chita, perrita mestiza de pekines que cuando menos se esperaba nos regalaba con la presencia de su última camada de cachorritos, todos ocupando un piso de cuatro habitaciones, cocina, comedor y retrete,   anticipo el marco y los componentes del "teatro de operaciones" basandome en la tenaz influencia que ejercia todo aquello en la fuerte querencia por nuestra inercia natural para demostrar sin tapujos nuestra alegria cada vez que se nos ofrecia la posibilidad de pasar cualquier tiempo viviendo entre aquellas cuatro paredes gozando de la compañia de todos ellos.
 
Allí teníamos libertad de entrar, salir, reír, jugar con otros niños en la calle, el yayo si estaba libre de servicio en el tren, era una gozada, lo teníamos predispuesto para entregarnos su dedicación con verdadero cariño, nos llevaba a todas partes con él, a repartir sus "caliqueños" por la red de bares y cafeterías entre Tortosa, Roquetes y Jesús, este trayecto conllevaba la utilización del autobús regular que hacia el recorrido, previamente  también solíamos pasarnos por las instalaciones para empleados del ferrocarril en la estación del tren, recorríamos  los pasillos angostos por  una serie de barracas y barracones hasta llegar al cuartito donde él tenia su pequeño deposito custodiado bajo llave, allí se aprovisionaba y emprendíamos el viaje itinerante, el bar Avenida frente a la estación de tren, el Bar La Ribera frente al Parque municipal, en Roquetes casa "Moixó" y el Bar de "Pepito Castelló" el último era el de Jesús, habitualmente era la esposa del sr. Juanito "Moixó" a la que el yayo le solía decir "dale una "ensaimá" al chiquillo" creo recordar que a veces le salía gratis y en otras yo notaba que tenia que pagarla, si era sábado y estaba libre de servicio todo el fin de semana, aquello era lo máximo para nosotros, teníamos asegurado que dormiríamos en su casa en compañía de todos y amaneceríamos el domingo para tomar café-malta-achicoria con leche todos juntos, consigo rescatar de mi pituitaria aquel aroma, primero del molinete manual para moler la mezcla, al hervirlo soltaba aquel humillo y el aroma que recuerdo, aquellos tazones que a mi me parecían inmensos donde podíamos desmenuzar el pan para disfrutar del "pan migaito con cafe", si llovía o hacia frio aun mejor, el brasero de la mesa camilla, hecho a base de terregada y carbonilla colaboraba para que el ambiente tuviera un poco de calor.
 


 

martes, 6 de noviembre de 2012

LA VIDA EN "EL RASTRE" - REPORAJE GRAFICO EN DIFERENTES EPOCAS -


2011 - RECIEN REESTRUCTURADO

 
2012 - Frente a la puerta (no es la misma, la anterior era de madera) del nº 8 de la calle Almirante Topete del barrio del Rastre, domicilio del yayo hasta su desaparicion, a mi hermano y a mi nos retrotraen los recuerdos y la añoranza de una epoca que logicamente ya no volvera.





Tomada desde lo alto de la antigua "costereta" a la izquierda a mitad de la calle, el edificio rosado, en su primer piso era donde vivia el yayo.



Vista de la calle Topete desde la calle Barranc del Rastre



Edificio  de la calle Almirante Topete nº 8 en el barrio tortosino de "El Rastre", donde se aprecian los balcones del primer piso, domicilio donde mis recuerdos en primera persona se inician.

 


Casa  de la "Bonetera"

Aquí se puede apreciar la calle Almirante Topete en toda su amplitud y longitud, la foto está tomada desde la antigua "costereta" la llamo así porque en la época no estaba construida esta parte, solo era un desnivel del propio terreno, en la primera esquina a la izquierda también ha desparecido una fuente publica que abastecía al vecindario con agua procedente del manantial natural llamado "la fonteta del Pare Bruno" que recogía el agua natural del barranco del Rastre.
 

     DECADAS DE LOS AÑOS CUARENTA y CINCUENTA



La Fabrica del GAS, actualmente desaparecida, en su lugar    se instalo el colegio de la MERCED.



Desmantelado el lienzo de la muralla, quedo abierta la calle del mismo nombre, que da acceso a la de Santo Domingo, al fondo la plaza del Rastre (antes llamada Tetuan, después Mossen Sol)



Detalle de la fuente publica para abasto general del barrio



   Vista general de la plaza desde la entrada al Josepets


Calle del Barranc del Rastre, a la izquierda la parte trasera de los Reales Colegios.



La Costa dels Capellans, al fondo a la izquierda la muralla del fuerte del Bonete.

       Los "forns de la calç" del barranc del Rastre.

 La "cucafera" saliendo de la plaza del Rastre para encabezar algún evento popular. 
 
 

Muralla del fuerte de el Bonete y la canalización aérea del agua procedente de la fonteta del Pare Bruno situada en el fondo del Barranc del Rastre. 

 Calle del Replá 


Aspecto que ofrecía la plaza del Rastre, adornada para celebrar su fiesta mayor en honor de la Virgen de la PROVIDENCIA su santa patrona.



La popular orquesta local BATAVIA JAZZ, en una de sus actuaciones amenizando la fiesta mayor.



Aspecto general del interior del mercado del pescado, recién inaugurado en los cuarenta.
El cine Fémina que en aquellos años recién inaugurado, ofrecía pases de películas de reestreno.
 


La calle Moncada (también conocida por la calle Seminario) daba entrada y salida al barrio del Rastre. 
Mi frustración mayor consiste en no haber sabido o no haber podido, recabar mas informaciones anteriores a mi nacimiento, en aquel momento nuestro yayo contaba con cuarenta y seis años de edad y casi con media vida cumplida, huyo de inventarme nada ni añadir ningún concepto ni hecho que no haya sido referenciado en su momento, si no cumpliera rigurosamente con este precepto, seguro que correría el peligro de dar una apariencia distorsionada y poco creíble de las versiones que creo a pies juntillas sobre lo que fue la persona de nuestro yayo, con sus defectos de los que también tendrán referencia en su momento de protagonismo en la continuidad de mis líneas.

De la década de los años cuarenta, carezco de más referencias dignas de mención, si que es justo pensar, que aquella familia formada por once personas, ocho jóvenes y tres adultos, cuya economía era sufragada principalmente por la aportación salarial de un solo miembro, debo suponer que las dos hijas mayores también colaborarían con los sueldos de sus propios trabajos, por lo menos la mayor sé que trabajaba en la empresa tortosina Laboratorios Vergés i Oliveres, fabricante de productos farmacéuticos, como decía sucederían momentos patéticos de todo tipo y los tres adultos, cada uno en su protagonismo, sabrían de los sinsabores y toda clase de sufrimientos y privaciones que se sucederían en el día a día para salir adelante y no quedarse en el camino, metafóricamente hablando.

Una vez recorridos todos los años desde el comienzo de mis escritos, prácticamente ya hemos llegado al final de la década de los cuarenta y entramos en el último de ellos que dará fin a la misma. A nuestro yayo se le presentó de nuevo una situación que no esperaba, su hija mayor emparejada con un bancario  de la plantilla de subalternos, como cobrador de calle de una entidad local, habían “estirado mas el brazo que la manga” provocando el cuadro típico del "estado de buena esperanza" como se decía en la época, con seguridad no esperada ni deseada, de nuevo y metafóricamente hablando a nuestro yayo le toca “mear sangre” se las compondría como pudiese y Dios le diera a entender, de no se sabe donde, irremediablemente aceptar la situación y casar a la hija como pudo, lo cierto es que su consuegra, haciéndose cargo de su parte alícuota de la responsabilidad, colaboró acogiendo a los dos “noveles” en su propia vivienda, cediéndoles un cuarto con derecho a cocina y retrete, hecho destacable, ya que la mujer tenia su carácter, pues también tenia sus razones y como siempre tenían protagonismo sus circunstancias, se había quedado viuda en 1934 con cinco hijos, perdió a uno en frente de guerra, el más pequeño era la pareja de la hija mayor de nuestro yayo, quiero decir que la mujer después del esfuerzo titánico de haber criado a todos sus hijos, los había ido casando, el último pone la guinda i se tiene que casar a la carrera, así son las cosas y así me las explicaron y así las escribo.

Era el mes de Junio de 1949 y se celebró la boda, los novios vestidos de negro y por las explicaciones recibidas, no hubo mucha alegría, la situación era la que era, las carencias también eran las que flotaban en el ambiente y no se podía pedir más.
Los estragos y consecuencias a causa de la guerra acabada diez años antes, seguían siendo la constante de la vida diaria de las familias, las cartillas de racionamiento, eran las que regulaban la adquisición de todo lo básico y necesario para el sustento de las personas, había que formar cola para todo, hoy venden arroz en tal sitio, cola con la cartilla para hacerte con medio kilo de granos de arroz, aceite lo mismo, patatas otros tres cuartos de lo mismo, lo peor era el pan, las diferentes moliendas de harina, no permitían a causa de cincuenta mil circunstancias, el poder amasar la cantidad de pan con la calidad  suficiente para abastecer la demanda de la población, en sustitución de aquel alimento básico  se utilizaban toda clase de derivados, centeno de todas las clases y calidades, lo cierto es que lo más habitual era conseguir un tipo de pan de una calidad rozando la insalubridad, al que llamaban “pan negro” por su color oscuro y es en alusión a dicho pan, cuando sale a relucir como tantas veces saldrá, el carácter y la voluntad inquebrantable de nuestro yayo, él se negó en redondo y no aceptó jamás que mi frágil físico fuese alimentado con aquel pan de ínfima calidad, se las ingenió, él sabría como, lo cierto es que cuando regresaba de sus viajes prestando el servicio de guardafrenos, en su maravillosa cesta, siempre aparecía un pan blanco amasado con la mejor harina que encontraba, pero por encima de todo su "nieto-hijo" (disculpas por la autodefinición pero me encanta) tenia que comer pan blanco, es que “manda cojones señores”, aun es imposible para mí, recordar su figura en estos primeros años, pero por algunas fotos antiguas que sí que las recuerdo, a sus cuarenta y siete o cincuenta años a mi me parecía un “hombrón” a nivel físico, su cesta era enorme, soportada a su espalda con un “correón” ancho de cuero negro para su transporte, tocado en su cabeza, alternando o su gorra de visera, profesional de la uniformidad de su cargo, o con una boina negra un poco ladeada, jamás capada, para mí era como un ídolo.

Es el momento que empiezan a aparecer los recuerdos y vivencias en primera persona, pienso que ya estamos en el año 1952/53, la vivienda de nuestro yayo está situada en el barrio tortosino de “El Rastre”, es un primer piso del numero 8 de la calle Almirante Topete, es una edificio construido en la década de los años veinte, propiedad de un renombrado médico, nuestro yayo y su familia se habrían trasladado allí procedentes de otra que no puedo informar en que parte de la ciudad estaba situada, dicha calle era perpendicular con las de Ros de Medrano y Barranc del Rastre, el ambiente vecinal era variado, aunque predominaban las familias de lo que llaman en aquellas latitudes, “gitanos blancs”, gitanos blancos, gentes que en su mayor parte estaban emparentadas, ya que solían casarse entre ellos, la procedencia de las mismas, no de todas, pero sí algunas, era de la zona de la comarca del Baix Camp en Reus, se les conocía enseguida, en primer lugar por su peculiar físico, su forma de vestir, su fonética y sus costumbres, su modus vivendi se centraba en la venta ambulante por los mercadillos de los pueblos vecinos, tratantes de caballerías en todas sus vertientes, compra-venta de chatarra, como gitanos que eran,  en otros casos, destacan profesiones técnicas, administrativas y pasando a segundas generaciones, carreras superiores y licenciaturas, de este colectivo me aparecen nombres como el Sr. Juan Ramón, patriarca de los suyos, tratante de caballos, algunos sementales de pura raza, recuerdo a “La Cuca” potra negra azabache, esbelta y nerviosa con doma muy bien aceptada, que era la admiración de todos, cuando salía enjaezada, tirando del “charret” (coche de paseo, tirado por  un solo animal), la casa de esta familia estaba situada al comienzo de la calle, lindando con lo que nosotros llamábamos “la costereta”, era el montículo de tierra que cerraba la circulación habitual, el cual después de subirlo daba acceso a las murallas del llamado “Bonete”, una de las partes del perímetro de murallas que rodean a la ciudad, pues en dicha casa estaba el matrimonio del Sr. Juan Ramón y su esposa la Sra. Adela, siguiendo en la misma mano de la calle, estaba la casa donde vivían el matrimonio  formado por  el Sr. Alejandro y la Sra. Pilar, su hija Mª Pilar y unos años mas tarde nació su hijo Alejandrito también convivía con ellos la madre de la Sra. Pilar, el otro piso estaba habitado por el sr. Baltasar su esposa y dos hijos,   la casa contigua era un cobertizo para guardar ganado del Sr. Julián, “lo pastó”, hombre de gran sabiduría popular, que como buen pastor, sabia y lo practicaba con todo aquel que se lo pidiese, cualquier tratamiento natural para aliviar torceduras o dolores de muchas clases, al lado estaba el patio de les “Burreres”, cuatro hermanas que se dedicaban al negocio de la casquería y derivados y en el caso tortosino, eran artesanas en la manipulación y acabado de las típicas “baldanes tortosines”, recuerdo el sitio como muy angosto, muy sucio y maloliente, oscuro, con grandes calderones negros cociendo a fuego lento alimentado de troncos de leña, patas de vacuno, tripas y otras vísceras, que previamente habían rascado concienzudamente hasta el mas mínimo detalle, ya que las recuerdo blanquísimas o como máximo de color marfil, las hermanas vestidas de riguroso color negro, pero con las ropas muy sucias, manejando sabiamente sus diferentes cuchillos afilados, troceando hábilmente por el sitio adecuado los miembros amputados de las reses y cuando por su grosor o tamaño, era preciso, le daban al hacha de forma magistral, muy pocas veces se les escapaba algún pedazo descontrolado al medio de la calle, ya contiguo nos encontramos con la casa de la familia de les “Boneteres”, cuyo patriarca era el pastor que citaba un poco más arriba, el yerno Ismael estaba casado con la hija del Sr. Julián, tenían una hija Mª Pilar y años mas tarde tuvieron a su hijo “Maelin”, sigue la casa de una familia gitana, formada por un matrimonio de pocas quintas menor que la de mi yayo, tenia un hijo Juan Antonio  y su hija Remedios, años después Juan Antonio se casó con la gitana Laurín i anteriormente Remedios se casó con el también gitano reusense Blaiet, en la misma escalera vivía también la familia de un matrimonio con dos hijos, el mayor se formó como relojero y el pequeño que seria de mi centuria de nombre Julián, creo recordarle un poco  y desconozco su trayectoria, tengo que nombrar a otra familia que congenió especialmente con la de mi yayo, era el matrimonio formado por Ramón y Catalina, él era  tortosino y ella mallorquina, tenían dos hijos Ramonet y Lluis, el primero más o menos de mi edad, a lo mejor un año o dos mas que yo y el otro de la edad de mi hermano Miguelito, en los bajos estaban las instalaciones del Sr. Narciso “Siso” se dedicaban al tratamiento manual y artesano de piedra, yeso y escayola, conforme venias andando desde la plaza del Rastre por la calle Ros de Medrano en dirección a la calle Topete, notabas en los oídos, el picar y repicar típico  de las “picóles” y escarpas que sin descanso, en las hábiles manos de los artesanos,  iban dando forma y desbastando la pieza que manipulaban, llegabas a distinguir por el “toc-toc” de las piquetas, el tipo de material que estaban golpeando, el sonar del conjunto de todas ellas, formaban una especie de orquestina que hacia las veces de acompañamiento arrullador para conciliar el sueño en las siestas veraniegas,  recuerdo a personajes como Juanín, fornido picapedrero de dos metros de altura,  durante muchos años desfilaba como “Capitá Manaies” al frente de la cohorte romana que precedía la procesión del domingo de Ramos, también me acuerdo de “Boti”, hijo, ya que el apodo le venia por el padre, él a mí me llamó siempre “lo valensianet”, alternándolo algunas veces por el apodo de mi yayo, llamándome “Paquillo”, hecho que me llenaba de orgullo y durante bastantes años después, seguía utilizando el vocablo y me preguntaba, “Xeic valensianet que fa ta tia Mercedes, já te novio?”

Mis  compañeros habituales, eran "Paisano", Pepita, Mª Pilar, Manolito, Juan Ramón "lo gitano", Ramonet y algún otro que recuerdo su nombre.



No puedo olvidarme de un ser querido que nos demostró siempre su cariño, nos acompañó en nuestros juegos, nos recibía siempre con su mejor predisposición, nos regalaba periodicamente con las camadas de cachorritos que alumbrava era nuestra perra mestiza pekinesa, LA CHITA.