lunes, 5 de noviembre de 2012

MAS ANECDOTAS

Cesto de mimbre especial para ferroviarios

Vagón mercancias equipado con la garita para el Guardafrenos

Farol de uso habitual por el Guardafrenos



Con cierta regularidad, sus servicios ferroviarios terminaban en horas intempestivas en las madrugada. Un nuevo ascenso acontece en su carrera profesional es para ocupar una plaza como Guardafrenos, los trenes a vapor de aquellos años, estamos en el año 1937, tenían  situado su puesto  en lo alto de una garita que estaba instalada estratégicamente en la parte superior del extremo de uno de los vagones de carga situado mas o menos en medio del convoy, el lugar era angosto sin comodidad alguna, allí se sentaba el guardafrenos, atento a las instrucciones que por medio de los pitidos emitidos por el maquinista  ordenaba estratégicamente en clave de diferentes toques, en medio de sus piernas estaba el volante con manubrio que en las pendientes y curvas o cuando fuera preciso debia ser accionado el freno, dando vueltas al volante con el manubrio hasta conseguir aminorar la marcha conjuntamente con el mecanismo que accionaba sobre la locomotora el propio maquinista. Era pleno invierno, el trén estaba esperando tomar la salida, parado en una de las vias secundarias de la estación de Chinchilla, corrió la voz de que se habia escapado un preso del penal que habia en aquella población y decian que era muy peligroso, a alguna hora de la noche, sin luz, a los empleados de los trenes se les equipaba con un farol individual de petroleo, el cual llevaban consigo a todas partes y mas en pleno invierno, lo mismo que alumbraba, tambien calentaba, PACO se dirigia equipado con su manta, su farol y su cesta ferroviaria, a su puesto en lo alto de la garita de guardafrenos, cuando se disponia a poner el pié en el primer peldaño de la escalerilla para subir, oye un ruido en lo alto de la garita que le hace levantar la cabeza y cual no seria su asombro y espanto que solo atina a ver unos ojos en medio de la negrura del fondo de la garita, fue presa de un miedo tan pavoroso que solo acertó a dirigirle las siguientes palabras a aquellos ojos inquisidores, “SI ERES ALMA DEL OTRO MUNDO, DIME A LO QUE VIENES”, acto seguido él siempre explicaba que apareció una mano que le ofrecia una naranja, aquel acto fué motivo suficiente para coger las de “villadiego” y llegar a la carrera ante el jefe de estación y explicar la “aparición”, hechas las averiguaciones pertinentes, resulta que era el fugitivo del penal, un soldado  de color, componente  de las Brigadas Internacionales que estuvieron luchando en nuestra guerra, al cual jamás encontraron.




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