Farol de uso habitual por el Guardafrenos
Con
cierta regularidad, sus servicios ferroviarios terminaban en horas
intempestivas en las madrugada. Un nuevo ascenso acontece en su carrera
profesional es para ocupar una plaza como Guardafrenos, los trenes a vapor de
aquellos años, estamos en el año 1937, tenían situado su puesto en lo alto de una garita que estaba instalada
estratégicamente en la parte superior del extremo de uno de los vagones de
carga situado mas o menos en medio del convoy, el lugar era angosto sin
comodidad alguna, allí se sentaba el guardafrenos, atento a las instrucciones
que por medio de los pitidos emitidos por el maquinista ordenaba estratégicamente
en clave de diferentes toques, en medio de sus piernas estaba el volante con
manubrio que en las pendientes y curvas o cuando fuera preciso debia ser
accionado el freno, dando vueltas al volante con el manubrio hasta conseguir
aminorar la marcha conjuntamente con el mecanismo que accionaba sobre la
locomotora el propio maquinista. Era pleno invierno, el trén estaba esperando
tomar la salida, parado en una de las vias secundarias de la estación de
Chinchilla, corrió la voz de que se habia escapado un preso del penal que habia
en aquella población y decian que era muy peligroso, a alguna hora de la noche,
sin luz, a los empleados de los trenes se les equipaba con un farol individual
de petroleo, el cual llevaban consigo a todas partes y mas en pleno invierno,
lo mismo que alumbraba, tambien calentaba, PACO se dirigia equipado con su
manta, su farol y su cesta ferroviaria, a su puesto en lo alto de la garita de
guardafrenos, cuando se disponia a poner el pié en el primer peldaño de la
escalerilla para subir, oye un ruido en lo alto de la garita que le hace
levantar la cabeza y cual no seria su asombro y espanto que solo atina a ver
unos ojos en medio de la negrura del fondo de la garita, fue presa de un miedo
tan pavoroso que solo acertó a dirigirle las siguientes palabras a aquellos
ojos inquisidores, “SI ERES ALMA DEL OTRO MUNDO, DIME A LO QUE VIENES”, acto
seguido él siempre explicaba que apareció una mano que le ofrecia una naranja,
aquel acto fué motivo suficiente para coger las de “villadiego” y llegar a la
carrera ante el jefe de estación y explicar la “aparición”, hechas las
averiguaciones pertinentes, resulta que era el fugitivo del penal, un soldado de color, componente de las Brigadas Internacionales que estuvieron
luchando en nuestra guerra, al cual jamás encontraron.
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