lunes, 5 de noviembre de 2012

VIAJES Y MAS VIAJES

Tren mercancias en direccion a PORT - BOU, saliendo de la estacion de TORTOSA



Vuelvo a pedir al lector que utilice la empatia para intentar situar a nuestro personaje en aquellos ambientes hostiles, poco fiables y llenos de inseguridad para mantener la integridad fisica, todo ello se juntaba con su personalidad temerosa, en su conjunto,  era el caldo de cultivo ideal que desembocaba en el desenlace de lo que estoy relatandando y de nuevo voy a explicar otra de las anecdotas que me llegó.
Cuando regresaba del viaje que le habian asignado por turno, cuidando del sistema de  frenos del convoy cargado de todo tipo de mercaderias, en plena guerra, la familia, como el resto de población tortosina, habia sido obligada a evacuar la ciudad a causa de los bombardeos de la aviación, de la artilleria y por la fijación de la primera linea de combate del frente de guerra en los dos margenes del rio Ebro, como decia, la familia se habia traslado a vivir en alguna masia compartida, en las inmediaciones de las montañas que rodean la ciudad, lo cierto es que al acabar su servicio, cuando llegaba a la estación de tren,  tenia por delante un buen trecho de recorrido por caminos poco transitados, para llegar al lugar donde se encontraba su vivienda, solo y temeroso de algún tipo de asalto, entre la negrura de la noche y la tenue luz de la luna, ya hacia algunos dias que al doblar una de las curvas del camino, le parecia ver la silueta de una persona, apoyada en un arbol, apostada allí esperandole para Dios sabe qué, él según su propia versión, con el culillo bien apretado y manteniendo el paso ligero y seguro, pasaba por delante del “personaje”, dándole las buenas noches, saludo que jamás era correspondido y que le generaba toda clase de sospechas e incertidumbres, el desenlace viene cuando uno de los servicios ferroviarios en lugar de acabar a las tantas de la noche, terminó en plena luz  del dia, ahí fue cuando pudo descubrir de regreso a su hogar,  al doblar la fatidica curva y darse cuenta que el “personaje” apostado detrás del arbol  era completamente inofensivo, ya que eran las formas caprichosas que la madre naturaleza habia dado al tronco y las ramas de un arbol al lado del camino,  formas que daban la apariencia humana, por la noche y en la negrura de la misma, apenas recibiendo luz indirecta de la luna, siempre en sentido de vuelta y  a su derecha, ya que en el sentido de ida al trabajo, a su izquierda era insospechable la dichosa aparición, lo pasó muy mal, siempre explicava, "joder con el tio de la curva” que jamás le contestaba al saludo, hecho que le acojonaba de mala manera, una vez descubierta la realidad, todo fueron risas y comentarios jocosos.




 

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